IMPORTANTE :

Esta bien celebrar el éxito pero es mas importante prestar atención a las lecciones del fracaso.

miércoles, 1 de abril de 2015

Odiar, aprende



Cuando nos relacionamos con otras personas es inevitable sentirnos dañados o injustamente tratados en alguna ocasión. El daño puede ser físico, moral o simbólico, es decir, nos duele por lo que significa para nosotros lo que la otra persona ha hecho, no por los efectos directos de su comportamiento. En cualquier caso, una vez percibido el daño, nuestro cerebro pone en marcha sus recursos para intentar recuperar cierta sensación de control. El primer paso en este proceso es la búsqueda de explicaciones. Saber qué o quién es el causante de lo que ha ocurrido nos permitirá anticiparnos y prevenirnos en el futuro. El resultado de este proceso suele ser la culpa. Culpamos a quien consideramos causante de nuestro dolor y con ello ponemos en marcha toda una gama de emociones negativas que nos acompañarán durante el proceso hasta que el dolor haya desaparecido o al menos hayamos recuperado el control sobre lo que lo causó.

Sin embargo, en ocasiones, estas emociones se cronifican ocupando una porción más grande de nuestras vidas de la que merecen. Por alguna razón consciente o no, el mecanismo ha fallado y no hemos sido capaces de reconocer el momento de pasar página. En estos casos hemos de recuperar los mandos del proceso, debemos decidir de una manera consciente y racional. A este proceso de toma de decisiones le llamamos perdón. Perdonar es ante todo, una decisión. Nadie está obligado a perdonar. Nadie puede obligarnos a hacerlo ni existe ningún código o ley universal que especifique cuando es el mejor momento para hacerlo. Perdonar es un derecho, no una obligación.

El camino del perdón

¿Qué es perdonar? El dolor deja en nosotros tres marcas. La primera y más duradera es la relacionada con el recuerdo. Perdonar no es olvidar, no podemos elegir lo que olvidamos. Más bien al revés, todos hemos experimentado alguna vez el frustrante efecto de intentar olvidar algo a propósito. Los resultados suelen ser nefastos y desconcertantes, ya que en la mayor parte de las ocasiones, estos recuerdos tienden a hacerse más y más presentes, invadiendo nuestra consciencia y como consecuencia, nuestras vidas. Perdonar no es olvidar.

La segunda marca tiene que ver con la valoración, con el juicio moral que hacemos desde nuestros valores. Perdonar tampoco es asumir que lo que nos ocurrió está bien. No se trata de cambiar nuestros valores y nuestras actitudes. No necesitamos pensar que algo está bien para aceptarlo. Hacer cambios en nuestros valores y nuestros códigos morales nos hará seguir ligados a ese evento y nos impedirá aceptar de verdad que las cosas podían ser como fueron, y esa negación es precisamente lo que mantendrá vigente el dolor y las emociones que nos bloquean y nos hacen infelices.

Tenemos derecho a elegir la postura que adoptaremos ante las cosas que nos ocurren.

La tercera marca es la única que podemos controlar a nuestro antojo. Se trata de la cantidad de recursos vitales (tiempo, atención y esfuerzo) que dedicaremos a ese evento o persona, de cuánto esfuerzo vamos a invertir en pensar, en dar vueltas y vueltas a lo que ocurrió, de cuánto tiempo vamos a dejar que la culpa, el odio, incluso los inevitables deseos de venganza ocupen el espacio que deberían ocupar nuestros planes y proyectos. Perdonar es aceptar, aceptar que lo que ocurrió está mal, que probablemente no lo merecíamos y por lo tanto, es injusto, profundamente injusto. No necesitamos estar de acuerdo con lo que ha ocurrido. Aceptar implica asumir que lo que nos ocurrió, fuera lo que fuera, era posible y por lo tanto no tiene sentido enfrentarnos a ello de por vida. Se trata por tanto de hacerle un hueco para poder retomar nuestro rumbo. Perdonar implica asumir la responsabilidad de lo que nos pasa aquí y ahora, con independencia de lo que ocurriera en el pasado. Al perdonar dejamos de ser víctimas para convertirnos en personas independientes, autónomas con capacidad para sentirse bien. Seremos por fin libres para experimentar una nueva gama de emociones basadas en la esperanza y la confianza. Sólo hay que vencer el miedo, el miedo a olvidar y dejar atrás la injusticia. El miedo a dejar que el otro se salga con la suya sin que se haya hecho justicia, si hubiera que elegir entre justicia y felicidad, ¿qué elegiría?

No se obligue a perdonar. Como hemos dicho no es una obligación. Es un derecho, un derecho que todos adquirimos el día en que nacemos. Venimos al mundo sin poder elegir muchas de las cosas que van a pasarnos y por lo tanto tenemos derecho a elegir la postura que adoptaremos ante ellas cuando nos pasen, ¡faltaría más! Perdonar es una de las posturas posibles, pero no la única. Podemos elegir seguir condenando lo que nos ocurrió, seguir furiosos, enfadados, frustrados, decepcionados o deprimidos. Podemos seguir renegando de los hechos, enfrentándonos a ellos y gritando a los cuatro vientos que no debería haber ocurrido. Podemos seguir odiando a las personas que nos hirieron, pero ¿para qué? Esa es la única pregunta válida. Si existe alguna buena razón para seguir culpando, odiando o negando la realidad, ¡adelante! Pero si tras hacerse esa sencilla pregunta, tarda usted más de 20 segundos en encontrar una respuesta convincente, entonces quizá este sea un buen momento para perdonar ¿no le parece?

¿ Vale la pena enfadarse ?




Merece la pena enfadarnos? Pues…depende de nuestro control en las formas y nuestra reflexión sobre el verdadero fondo del problema.

Enfadarse es siempre una respuesta cargada de subjetivismo, respuesta que frente a un acontecimiento sobrevenido, desencadenado o imaginado lo interpretamos como una amenaza o un ataque de algo o alguien hacia nosotros.

Es natural y humano responder a las circunstancias externas, de hecho la reacción de enfadarse forma parte de nuestro instinto de supervivencia, pero según como y cuanto sea el grado de nuestra enfado también puede podemos llegar a poner en peligro nuestra supervivencia no solo física sino también afectiva, emocional y social.

La excesiva sensibilidad de sentirte en la necesidad de responder siempre discutiendo o enfadándome tiene un grave riesgo y es el de llegar a tener siempre la sensación sentirte con demasiada frecuencia herido por cualquier cosa y que esa sensación de ofensa permanente nos justifique el poder estar enfadándonos por cualquier cosa y a cualquier precio. Esta actitud nos llevara casi seguro a estar discutiendo por todo o estar atacando física o verbalmente a cada persona u objeto que nos puede molestar…

Este grado de excesiva susceptibilidad nos puede suceder a cualquiera, sobre todo si estamos viviendo momentos de cansancio, excesivo calor, estrés o miedo; pero debemos estar vigilantes de que no debiera ocurrirnos de manera habitual ya que para eso existen leyes, normas sociales y sobre todo el sentido común como estructuras que en la edad adulta deben forma ya parte de nosotros mismos.

Al enfadarnos, lo primero que perdemos es el auto-control y autodominio de uno mismo ya sea de forma instantánea o de manera paulatina.

Hay circunstancias que nos producen tal frustración que nuestro cuerpo necesita para superarla recursos excepcionales que nos ayuden a resolver lo que está ocurriendo… y es entonces cuando se pone en marcha nuestro sistema nervioso a través de los neurotransmisores (adrenalina y noradrenalina) que son nuestros almacenes de energía para momentos específicos de sobrecarga emocional. Este tipo de mecanismos compensatorios, no se debe abusar de ellos porque no están para el día a día.

Enfadarse cada cinco minutos o 5 veces al día, es un abuso para nuestra naturaleza.

Cada sobrecarga de energía nos genera a la vez una descarga de energías muy visibles a nuestros ojos ya que corporalmente, hay un aumento de las pulsaciones, aceleración de los movimientos de las manos o la cabeza y los pies, puede haber también cambios en el tono de voz, un aumento en la velocidad al hablar, sudoración etc… El momento álgido del enfado es el momento en que fácilmente daremos lo peor de nosotros mismos, porque el hombre no está hecho para sentirse acosado o enfadado sino para ser feliz y estar relajado y eso hace que:

Las personas cuando estamos enfadadas o nerviosas y nos enfadamos compulsivamente perdemos muchísimo como personas, y además cometemos errores de bulto a veces con pérdidas materiales también irrecuperables.

Enfadados es cuando podemos probablemente:
Confundir el problema con la persona.
Haríamos cosas que jamás haríamos con la cabeza serena y estable.
Haríamos más grande el disgusto que el problema desencadenante del enfado.



Por eso es bueno tener en cuenta unas mínimas pautas de aprender a manejar nuestros enfados con auto-control y habilidades emocionales básicas y así si somos capaces de conocernos y detectar cuando hemos tenido una descarga física por una adversidad tener presente 3 formas sencillísimas de auto-ayudarnos a eliminar el exceso ocasional de neurotransmisores en nuestro cuerpo:
Realizar algún ejercicio físico, (salir a dar una vuelta rápida a la manzana sol@ o con la bolsa de la basura o la mascota…)
Hacer unos minutos de ejercicios de respiración, ( realizar en privado inspiraciones y espiraciones muy lentamente)
Ganar tiempo al tiempo, mientras se recupera la calma emocional, (contar hasta 10 antes de reaccionar).

Si conseguimos disminuir en un nivel razonable la descarga ocasional de energía, podremos recuperarnos como personas razonables y preparadas para volver a hablar asertivamente.

Por otro lado una vez recuperada la calma personal, es bueno y es necesario hablar del motivo que desencadeno el enfado. Así que deberíamos preparar una nueva conversación con la persona que estaba implicada en el conflicto es una acción muy positiva para las dos partes. Evitando dentro de lo posible que dicha conversación pueda llevar a juicios personales que volviera a hacer que una de las dos personas o las dos pudieran volver a sentirse atacadas personalmente.

Entre los terapeutas que nos dedicamos a la moderación y la gestión de conflictos hay un principio universal que también puede ser útil en un conflicto personal, conyugal o familiar:

“Duro con el problema, suave con la persona”

Entonces, ¿merece la pena enfadarse?:

Perder el control y dar rienda suelta a nuestro corazón a través de las palabras y los gestos hace que aumente en nosotros los sentimientos de ira y la necesidad de agresión. Y estos sentimientos no nos ayudan a sentirnos bien con los demás ni a ser felices.

Cuando estamos fuera de control con nosotros mismos, no olvidemos que esta situación nos está inevitablemente afectando muy directamente a nuestras relaciones personales, familiares, laborales y sociales.

Enfadarse no es parte de nuestra personalidad pero si es parte de nuestra conducta y la conducta es educable y siempre mejorable.

Y si uno no puede solo también con ayuda externa se pueden llegar a mejorar nuestras descontroladas reacciones en nuestras relaciones interpersonales.

Las emociones


¿Qué es una emoción?

“Una emoción es un estado psicológico complejo que implica tres componentes distintos: una experiencia subjetiva, una respuesta fisiológica, y una respuesta conductual o expresiva”. (Hockenbury y Hockenbury , 2007)

Para entender mejor lo que las emociones son, vamos a centrarnos en los tres elementos clave antes mencionados.

La experiencia subjetiva

Aunque los expertos creen que hay una serie de emociones básicas universales que son experimentadas por personas de todo el mundo independientemente de su origen o de su cultura, los investigadores también creen que la experiencia de la emoción puede ser muy subjetiva. Además, no siempre experimentamos formas “puras” de cada emoción, ni las mismas emociones se manifiestan ante acontecimientos o situaciones de la vida similares.

La respuesta fisiológica

Si alguna vez has sentido un nudo en el estómago, o fuertes palpitaciones en el corazón debido a la ansiedad o el miedo, entonces sabrás que las emociones también pueden causar reacciones fisiológicas importantes. Muchas de las reacciones físicas que se experimentan durante una emoción, como la sudoración de las manos, el ritmo cardíaco acelerado, la respiración rápida, son controlados por el sistema nervioso simpático, una rama del sistema nervioso autónomo que controla las respuestas involuntarias del cuerpo.

Mientras que los primeros estudios sobre la fisiología de las emociones tienden a centrarse en estas respuestas autónomas, la investigación más reciente se ha centrado en el papel del cerebro en las emociones. Los escáners cerebrales han demostrado que la amígdala, parte del sistema límbico, juega un papel importante en la respuesta fisiológica emocional, y en particular en el miedo.

La respuesta conductual

El componente final es tal vez con el estamos más familiarizados, por ser la expresión real de la emoción. Gastamos una cantidad significativa de tiempo en interpretar las expresiones emocionales de las personas que nos rodean. Nuestra capacidad de comprender con precisión estas expresiones está ligada a lo que llamamos inteligencia emocional y estas expresiones juegan un papel importante en nuestro lenguaje corporal en general.

Los investigadores creen que muchas expresiones son universales, como la sonrisa para indicar felicidad o placer, o el ceño fruncido para expresar tristeza o disgusto. Pero las normas culturales también juegan un papel importante en la forma de expresar e interpretar emociones. En Japón, por ejemplo, las personas tienden a ocultar las manifestaciones de miedo o disgusto cuando se encuentran en presencia de una figura de autoridad.
¿Cuántas emociones hay?

En realidad, hay un número de diferentes teorías de la emoción que intentan identificar y clasificar la experiencia emocional humana. En 1972, el psicólogo Paul Eckman sugiere que existen seis emociones básicas que son universales a lo largo de las culturas humanas : miedo, asco, enfado, sorpresa, felicidad y tristeza . En 1999 se amplió esta lista para incluir una serie de emociones básicas como la vergüenza, la excitación, el desprecio, la vergüenza, el orgullo, la satisfacción y la diversión.

Durante la década de 1980, Robert Plutchik introdujo otro sistema de clasificación de la emoción conocida como la “rueda de las emociones”. Este modelo demuestra cómo las diferentes emociones pueden ser combinados o mezclados entre sí, del mismo modo en que un artista mezcla colores primarios para crear otros colores. Plutchik sugiere que hay 8 dimensiones emocionales primarias y contrapuestas: alegría frente a tristeza, ira frente a miedo, confianza frente a disgusto y sorpresa frente a anticipación. Estas emociones, pueden combinarse en una gran variedad de formas. Por ejemplo, la felicidad y la anticipación pueden combinarse para crear el optimismo.
¿Es lo mismo emoción que estado de ánimo?

En el lenguaje cotidiano, utilizamos a menudo los términos “emociones” y “estados de ánimo” de manera intercambiable, pero los expertos hacen distinciones entre los dos. ¿Cómo se diferencian ? Una emoción es normalmente bastante corta, al mismo tiempo que intensa. Las emociones son también propensas a tener una causa definida e identificable. Por ejemplo, después de estar en desacuerdo con un amigo en una conversación, es posible que nos sintamos enojados por un corto período de tiempo.

Por su parte, un estado de ánimo es por lo general mucho más suave que una emoción, pero de mayor duración. En muchos casos, puede ser difícil identificar la causa específica de un estado de ánimo. Por ejemplo, es posible sentirse triste durante varios días sin ninguna razón aparente o identificable.

Lo que debo saber para invertir en bolsa de valores

Miles de personas en todo el mundo, principalmente en los países donde la cultura de inversión bursátil no está muy desarrollada se hacen la siguiente pregunta:

¿Debo ser un experto en economía y finanzas para comenzar a invertir en la Bolsa de Valores de los Estados Unidos?

No es necesario que seamos ni economistas, ni expertos en finanzas, ni graduados de las más prestigiosas universidades a nivel mundial. Cualquier persona, con un nivel de inteligencia promedio, más la capacidad y el deseo de aprender los fundamentos de las inversiones, puede invertir en Bolsa de Valores de los Estados Unidos.

Lo que sí es necesario saber son los conocimientos esenciales acerca de los activos financieros en los que pretendemos invertir. Adquiriendo los conocimientos esenciales, podemos entonces desarrollar una estructura intelectual que aumente significativamente la capacidad de tomar decisiones acertadas. Al mismo tiempo, esta infraestructura intelectual nos ayudará a evitar graves errores producto de nuestras emociones.

En la bolsa de valores diariamente se cotizan una gran variedad de activos financieros. Los activos financieros más populares son las acciones y los bonos. Existen otros más complejos y cuya naturaleza es más difícil de entender. Lo importante es capacitarnos en el tipo de activo financiero que queremos invertir.

A continuación le explicaré brevemente qué son las acciones y cómo podemos ganar dinero con este instrumento.
Las acciones (stocks):

Una acción representa la propiedad de una fracción de una compañía. Una acción (share) simboliza un pedazo de los activos y de las ganancias que posee y genera una empresa. En otras palabras, el portador de acciones es dueño de una parte del negocio. Si usted compra acciones de Microsoft (MSFT), automáticamente usted se convierte en socio de Bill Gates.

Mientras mayor sea la cantidad de acciones que tenga un inversor, mayor será su participación sobre los activos y las ganancias. A través de la posesión de las acciones una persona puede ganar dinero de dos maneras: ganancias de capital y pago de dividendos.

La ganancia de capital o apreciación:

La ganancia de capital es la diferencia entre el precio al que se compró la acción y el precio al que vendió la acción. Por ejemplo, si compramos 100 acciones de Microsoft a 20 dólares por acción, el monto total de su inversión ascendería a 2,000 dólares.

Si al pasar un lapso de tiempo de un año, el precio de las acciones de Microsoft sube de valor hasta llegar los 25 dólares y vendemos en ese momento nuestras acciones, tendremos unos ingresos totales de 2,500 dólares. En esta operación, la ganancia de capital fue de 500 dólares, es decir, nuestro operación representó unas ganancias de 20 por ciento sobre el monto inicial.

Los dividendos:

Otra forma de ganar dinero con la posesión de acciones es a través de los dividendos. Estos son el dinero en efectivo distribuido entre los accionistas cada cierto tiempo por la empresa. El pago de los dividendos se hace trimestral o anualmente.

Este dinero proviene de las ganancias netas que produce la compañía. La cantidad de dividendos por distribuir en relación con el total de las ganancias netas va a depender de la política de dividendos establecida en la empresa.

Por ejemplo, si Microsoft reportó al final de año unas ganancias netas de 1,000 millones de dólares, y las políticas de dividendos de la empresa dictan que se debe de repartir el 30% de estas ganancias, entonces 300 millones se destinarán para estos fines. Cada acción que posee un accionista representará un pedazo de este dinero en efectivo a repartir.

No todas las empresas aplican la política de repartir parte de las ganancias en forma de dividendos. Lo que significa que antes de nosotros invertir (si queremos dividendos) debemos de saber si la empresa efectivamente lleva a cabo de este tipo de operación entre sus accionistas.

Actualmente, dentro de mi portafolio de inversión sólo dos empresa cumplen con este criterio: McDonald (MCD) e International Business Machine (IBM).

Al momento de escribir este post, las acciones de McDonald se cotizan a US 98.37 y los dividendos pagados por la empresa en el último trimestre fueron de US 3.08, representando un retorno de la inversión (sólo por dividendos, no estoy tomando en cuenta a apreciación de capital) de un 3.20%.

Las acciones de IBM se cotizan a US 206.19 y los dividendos pagados por la empresa en el último trimestre fueron de US 3.80, representando un retorno de la inversión (sólo por dividendos, no estoy tomando en cuenta a apreciación de capital) de un 1.80%.

Si le interesa aprender a invertir en sus empresas favoritas, le recomiendo leer el libro “Invierta y Hágase Rico en la Bolsa“, el cual es una guía donde aprenderá paso a paso cómo invertir en la Bolsa de Valores de Estados Unidos desde cualquier país del mundo.

Fuente:capacityacademy.com

¿ Debo ser millonario para invertir en bolsa ?

En 1941, el inversor más famoso de todos los tiempos, Warren Buffet, a los 11 años, compró sus primeras seis acciones en la Bolsa, emitidas por la compañía Cities Services —tres eran para él y las otras tres eran para su hermana Doris—.

En ese momento, se cotizaban a 38 dólares cada acción. Luego, su precio descendió a 27.00 dólares y Warren las vendió, así que perdió dinero. Al poco tiempo, se cotizaban a 200 dólares.

Esa experiencia le enseñó que el éxito en las inversiones radica en la paciencia, de ahí deriva la importancia de invertir a largo plazo.

Hoy, Warren Buffet, es tercer hombre más rico del mundo, con una fortuna aproximada de 50 billones de dólares, sólo detrás del mexicano Carlos Slim y del estadounidense Bill Gates, fundador de la compañía Microsoft.

De la misma forma que Warren Buffet comenzó invertir en la Bolsa, de esa misma forma cualquier persona puede iniciarse. No es necesario ser millonario para comenzar a invertir en la Bolsa de Valores de los Estados Unidos.

Cualquier persona que tenga un mínimo de capital (entre 500 dólares y 2,500 dólares) puede, a través de Internet, abrir una cuenta utilizando un corredor de Bolsa descuento.

Abrir una cuenta en un corredor de Bolsa es una tarea sencilla, en el proceso puede que tardemos 30 minutos o menos, sólo debemos completar unos formularios en línea y luego enviar algunos documentos personales que nos exigirán antes de activarnos la cuenta.

Algunos de estos documentos pueden ser una copia de nuestro pasaporte y una copia del estado de nuestra cuenta bancaria.

Desde el momento en que nuestra cuenta esté abierta y seamos notificados por el corredor de Bolsa vía correo electrónico de la activación de la misma, inmediatamente podemos comenzar a invertir en acciones, bonos, fondos mutuos u otro vehículo de inversión de nuestro interés.

Si todavía no nos sentimos con la confianza suficiente para hacer inversiones con dinero real, tenemos la opción de hacer las inversiones con dinero imaginario (paper money) hasta que desarrollemos la confianza suficiente para utilizar dinero real.

Existen diferentes programas (software) que nos permiten, desde la comodidad de nuestro hogar u oficina, utilizando una computadora personal, conectarnos a nuestra cuenta en un corredor de Bolsa y realizar inversiones en acciones de cualquier compañía utilizando dinero real o dinero imaginario.

A través de estas plataformas, podemos aprender a invertir en la Bolsa de Valores de los Estados Unidos sin arriesgar nuestro dinero que, tanto esfuerzo nos ha tomado, también podemos utilizar estos programas para probar sin ningún tipo de riesgo nuestras estrategias de inversión y, de esta forma, podemos medir el retorno de la inversión por cada una de nuestras transacciones.

La característica de aprender a invertir con dinero imaginario (paper money), sin riesgo a perder dinero real, es una ventaja única que sólo lo podemos encontrar a través de la inversión en Bolsa. No es posible aprender a invertir en Bienes Raíces o Negocios sin antes utilizar dinero real.


Por: Eugenio Duarte

¿Por que el tiempo transcurre hacia adelante?

Una pregunta muy socorrida en los ámbitos de la física, pero también presente en profesionales de otros medios como artistas y filósofos, es por qué el tiempo transcurre hacia delante. Recordamos el pasado, no el futuro. ¿Se trata de una ley física o de una percepción humana de la realidad? Veamos qué nos dice la ciencia al respecto.

La flecha del tiempo

La idea de que el tiempo transcurre hacia delante es llamada por los científicos la flecha del tiempo, noción que tiene dos aspectos: el psicológico y el termodinámico. El primero sería la percepción mental de la realidad, para nuestros cerebros el tiempo es lineal, esto es, discurre en una sola dirección, de pasado a futuro.

El aspecto termodinámico podemos ilustrarlo a través de una taza de café caliente que ponemos sobre la mesa. El café tenderá a enfriarse, nunca sucederá que este se caliente al transcurrir los minutos. Los expertos consideran que ambas cosas, lo psicológico y lo termodinámico, deben siempre alinearse.

Principios de la termodinámica

Según los principios de la termodinámica, en todo sistema hay una tendencia a la diferenciación, esto se denomina entropía y significa que en un objeto determinado, como el café caliente de nuestra taza, las moléculas tienden a desorganizarse, por lo que la entropía es alta. Para que la sustancia se mantuviera caliente ―in crescendo― se necesitaría una gran organización, la cual por leyes naturales no es posible.

Aun así, las ecuaciones del movimiento de partículas muestran que estos principios funcionan de igual manera si el tiempo corre hacia delante o hacia atrás. En ambos casos, el sistema tiende a ganar entropía. Entonces, ¿por qué tenemos solo la primera percepción?

La memoria humana

La memoria humana es el mecanismo básico a través del cual percibimos la realidad. Esta herramienta no incluye todas las formas en que un sistema puede evolucionar, es decir, un sentido temporal reversible. No podemos recordar los eventos que nos ocurrirán en las próximas horas. Nuestro sistema nervioso está configurado para recordar solo el pasado. Por esta razón, siempre entendemos el tiempo de manera lineal.

En el comienzo era el Big Bang

La respuesta a por qué percibimos el tiempo en una sola dirección debe ser rastreada en el origen del universo. En el comienzo era el Big Bang, dicen los científicos, y había una entropía muy baja. La observación del desarrollo del universo hasta la actualidad señala que este ha evolucionado ganando cada vez más entropía, la expansión significa desorganización. La realidad, más allá de nuestra percepción, en términos termodinámicos parece comportarse de un pasado a un futuro.

En resumen, esta convergencia del funcionamiento termodinámico del universo y la manera en que lo percibimos es la explicación a por qué el tiempo transcurre hacia delante. Aun así, los científicos continúan estudiando el tema, pues la última palabra en cuestiones tan profundas del universo todavía no ha sido pronunciada